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lunes, 6 de septiembre de 2010

Añoranza


Añoranza…es la palabra que define lo que experimenté esta mañana cuando las calles de Guantánamo se llenaron del bullicio y el colorido propios del inicio del curso escolar.

Observaba a padres, abuelos, hermanos…de la mano con los más pequeños repitiendo los consejos de “pórtate bien”, “hazle caso a la maestra” no converses en el aula…” Mientras los otros, los más grandecitos presumían del peinado, de lo impecable del uniforme, de la limpieza extrema de los zapatos y caminaban contándose “lo último” de la jornada anterior.

Por mi mente pasaron todos esos años y recordé a Gudelia, mi maestra de preescolar, a mi mamá Rafaela, educadora hasta la médula que llevaba el magisterio dentro y fuera del aula y se que de estar viva hoy, también disfrutaría de la fiesta.

Me convertí en una profesional desde hace algunos años, lo cual no significa que haya dejado el estudio, me he incorporado a cursos, diplomados, posgrados y otras formas de la necesaria superación; es cierto que he conocido gente nueva, profesores estupendos, como también que me he puesto tensa ante algún que otro examen…pero sin dudas, no es igual.

Tal vez la propia madurez nos haga enfrentar el reto.- porque siempre es un reto.- desde otra óptica, pero igual reviví esas emociones de antaño con mi hijo y hoy con mi compañera Rebeca cuando con lágrimas en los ojos me relató lo lindo que se veía su Alejandro con su nuevo uniforme de secundaria básica.

La historia se repite desde 1959 cuando el gobierno revolucionario colocó a la Educación dentro de las prioridades de Cuba, los niños, adolescentes y jóvenes cuentan con todo el soporte material y humano necesarios para su instrucción, para que puedan elegir su profesión u oficio y convertirse en hombres de bien, en el relevo que esperamos.

Y con el paso del tiempo, de seguro recordarán como yo a los años estudiantiles como la mejor etapa de sus vidas, donde se aprende más que a sumar y a multiplicar, donde aparece generalmente el primer amor, donde hacemos los amigos que aún de ancianos tenemos; es un período que nos marca para toda la vida a veces inconscientes del privilegio de contar con un sistema educacional gratuito y que es además un derecho.

Si pudiera volver atrás, lo disfrutaría del mismo modo.

2 comentarios:

Katia dijo...

Ay sí amiga, creo que todos sentimos es añoranza por esos años...solo que ahora lo revivimos en los hijos, nietos, sobrinos...en fin!

Javier dijo...

Suerte la de ustedes de tener un país donde la educación es gratuita