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lunes, 16 de agosto de 2010

De carnavales y guantanameros

Guantánamo, mi Guantánamo, está de carnaval; la fiesta comenzó el jueves para concluir el domingo, pero este lunes 16 de agosto es el Día de San Joaquín, el patrón de la ciudad y si usted ahora mismo tuviera la posibilidad de andar las calles, se dará cuenta de que el jolgorio continúa…

Pero si pudiera venir el miércoles o el sábado o el lunes próximo notará entonces que aún sin kioscos, comparsas o congas el aire que se respira aquí es siempre festivo y es que así somos los guantanameros, un pueblo que aún en medio de las dificultades impone su propio ritmo para seguir “luchando la vida”.

No se trata de que los pobladores de la más oriental de las provincias de Cuba vivamos sin preocupaciones, al margen de lo que ocurre, no, la gente de esta tierra está pendiente desde el desastre petrolero del Golfo de México, las altísimas temperaturas en Rusia hasta de las Reflexiones del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, que en estos últimos días ha venido advirtiendo al mundo sobre el inminente peligro de una guerra nuclear en el Medio Oriente con sus devastadoras consecuencias para toda la humanidad.

Debaten con pasión además, como todos los cubanos, la participación del equipo nacional de béisbol en eventos en el extranjero o de los muchachos del volibol y lo hacen lo mismo en una estresante cola de guagua (ómnibus urbano) que en la placita (mini mercados agrícolas en las comunidades), pero también emprenden con ese mismo ritmo el desempeño en sus respectivos puestos de trabajo, de estudios, en los quehaceres del hogar donde el ahorro es por estos días una tarea de primer orden y en medio del sofocante calor y el aire caliente del ventilador, queda tiempo para conversar con el vecino sobre la novela de turno o la película de la noche anterior y hasta para visitar al enfermo y brindar su ayuda a los familiares.

Ese mismo espíritu nos distingue en cualquier parte del mundo donde haya un guantanamero, la manera de hablar, la solidaridad, la alegría innata

Pero en medio de la vorágine de la vida y sus retos también hay espacio para el amor que en sus diferentes modalidades forma parte de la vida de los hombres y mujeres de esta “tierra entre ríos” , como la llamaran los aborígenes, a quienes nos viene al dedillo aquello de que “la vida es un carnaval”, pero sin lugar a dudas habría que agregar además al estribillo que sin dejar a un lado el sentido de la responsabilidad y la seriedad que exige cada circunstancia.

Por lo pronto yo, guantanamera de pura cepa, que no pude disfrutar de las fiestas debido a una crisis migrañosa, veré si puedo coger algo el Día de San Joaquín o mañana, o pasado mañana o cualquier otro día, en definitiva, la vida continúa y para disfrutarla no se precisa solamente un carnaval.

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