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miércoles, 21 de septiembre de 2011

¿Libertad supervisada o una muerte anunciada?

Consternación y rechazo es lo que está provocando la decisión de la jueza Joan Lenard de obligar a René González a vivir los próximos tres años en Miami bajo una supuesta “libertad supervisada”. En una moción presentada, René había solicitado que se le permitiera viajar y residir en Cuba, en lugar de cumplir los tres años de libertad supervisada en Estados Unidos, después de salir de prisión el próximo 7 de octubre. Tenía la esperanza de estar nuevamente con Olga y sus hijas, Ivette e Irma. René ha tenido que enfrentar el castigo inusitado para un recluso de no poder recibir la visita de su esposa. A Olga Salanueva el Departamento de Estado le niega una y otra vez la visa para visitar a su compañero, algo que solo pudo hacerlo una vez desde que fue apresado en 1998. Todo se desvaneció el viernes último: la jueza consideró que la petición era prematura, porque el período de “libertad supervisada” no comienza hasta tanto no salga de prisión. Según la señora Lenard se necesita transcurra cierto tiempo antes de poder evaluar, de forma apropiada, las características del acusado, en referencia a René, uno de los cinco héroes antiterroristas cubanos encarcelados injustamente en los Estados Unidos. Es un fallo que exacerba aún más la irracionalidad jurídica y la crueldad humana que han envuelto desde un principio al caso de Los Cinco. De pláceme debe estar el Gobierno yanqui, cuyos fiscales se opusieron rotundamente a la moción, pero mucho más aquellos grupos terroristas de origen cubano, radicados con la bendición de las autoridades de Florida, cuyas actividades contra la Isla digna e independiente René González vigiló. A propósito, la fiscal Caroline Heck-Miller, que se opuso a la solicitud de René, es la misma que decidió no procesar a Luis Posada Carriles por terrorismo, a pesar de que el Departamento de Seguridad Interna se lo pidió. La honorable Joan Lenard evidentemente desestimó el grave peligro para su vida que el patriota cubano enfrentará desde que salga de la prisión el venidero mes. En la práctica, la magistrado lo que hace es ponerlo a merced de los grupos terroristas radicados en Miami. René nació en los Estados Unidos, pero creció en Cuba, por lo que tiene doble nacionalidad. Cuando la URSS desapareció y con él su principal aliado en el mundo, Cuba se vio enfrentada no solo a una aguda crisis económica, sino también al incremento del asedio por parte de Washington, con la intensificación del bloqueo. Asimismo, los grupos extremistas de Miami vieron la oportunidad de realizar acciones criminales que condujeran a la derrota de la Revolución Cubana, ya fuera con atentados contra ramas económicas importantes del país o provocando incidentes que condujeran a una agresión a la Isla por parte de las fuerzas armadas norteamericanas. Fue entonces que, a petición del gobierno cubano, René González regresó a los Estados Unidos y junto a Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González, se dedicó a monitorear a los grupos extremistas de Miami. Como René no informó ser agente de un Estado extranjero al Departamento de Justicia, la jueza Lenard dijo que violó la ley, en el juicio viciado por el ambiente anticubano de esa ciudad, que ella consideró “apropiado” para efectuar un proceso “con total apego a la ley”. Sin embargo, los verdaderos violadores de las leyes norteamericanas, aquellos que ejecutaron y organizan planes violentos contra Cuba, no son tocados por el FBI o la policía norteamericana. Ellos representan el terrorismo “bueno” que la Casa Blanca y la CIA auparon desde enero de 1959 como arma para derrotar a la Revolución Cubana. Hace unos días, en el país que publica una controvertida lista de “países patrocinadores del terrorismo”, la organización Alpha 66 ratificó su “estrategia de combate frontal” al pueblo cubano y su Revolución en un comunicado difundido ampliamente entre los partidarios de la intervención armada en Cuba. La pandilla surgió en septiembre de 1961, bajo el auspicio de la CIA, y entre sus acciones criminales se encuentran innumerables planes de asesinato contra el Presidente de Cuba; ataques piratas a embarcaciones pesqueras; amenazas de muerte a personas vinculadas con Cuba en México, Estados Unidos, Ecuador, Brasil, Canadá y Puerto Rico. Documentos de inteligencia de la policía de Miami calificaron, en aquellos años, Alpha 66 como “una de las más peligrosas organizaciones y de las más activas” en la Miami terrorista. Los miembros del grupo, vigilado por René y sus compañeros, viven en esa ciudad. ¿Quién garantizará que el héroe cubano no sea víctima de una represalia mortal de Alpha 66, por ejemplo? Pero el caso es que esa organización no es la única capaz de asesinarlo. Larga es la historia de ejercicio de la violencia por fuerzas anticubanas recalcitrantes para acallar cualquier opinión divergente sobre Cuba. Recordemos a Carlos Muñíz Varela y José Eulalio Negrín. Es realmente absurdo y cruel que a partir del 7 de octubre venidero, René González lidie día a día y durante los próximos tres años con ese ambiente de violencia y terrorismo. Así, más que someterlo a una inadmisible “libertad supervisada”, rechazando la moción de René González de permitirle su regreso a Cuba, la jueza Lenard ha decretado para el héroe antiterrorista cubano una muerte anunciada. Es cuestión de tiempo.

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